La Punta de la Bombarda tiene un carácter peninsular, relacionado con la tectónica de fractura, que la ha convertido en un punto de observación privilegiado de la bahía de Altea y de la propia Serra Gelada. Esta razón explica los restos de una torre vigía del s. XVI, destruída en la Guerra de Independencia (1808-14) y la construcción de un faro en 1863. Desde los peligros derivados de la piratería berberisca o el contrabando hasta la instalación del actual SIVE, ha sido históricamente una enorme atalaya para vigilar la costa ante los peligros de la piratería y el contrabando.
En buena medida, esa condición de enclave semafórico deriva de la tectónica de fractura que afecta a ambos extremos de Serra Gelada, ya que tanto la Punta Bombarda como la Punta de les Caletes se vinculan directamente a la actuación de sendas fallas contrarias que desgajan, hundiéndolos, dos bloques de planta someramente triangular, en cuyos vértices NE y SO se sitúan dos torres vigías del s. XVI. En estos bloques, según Yébenes (1996), aparecen las calizas con rudistas y ostreidos de la culminación del Alt del Governador. Se trata de fallas secundarias indicadas por Gaibar (1974) que afectan a los dos extremos de del frente marítimo de la sierra y que, en el caso del septentrional, el que nos ocupa, supone un marcado desdoblamiento del frente y un desplazamiento del bloque hacia el sureste, siendo mayor dicho avance en la Punta Bombarda propiamente dicha. Es lo propio de una falla normal, pero resulta más acusado cuando el plano de la falla se desarrolla en tramos constituidos por litofacies incompetentes, puesto que adquiere menor inclinación (figura 11).

Además, como la desnivelación introducida por la falla es creciente hacia el NE, el bloque también ha basculado en dicha dirección, de manera que la respuesta a la tracción en dicho sentido se resuelve mediante pequeñas fallas contrarias, a modo de una microestructura fallada en pupitre (García Fernández, 2006) que determina la sucesión de pequeños, pero sensibles desniveles en el sentido longitudinal del frente marítimo del bloque hundido; siendo el del faro el que ocupa la posición más al NE (figura 12).

Parada 4b. Mirador Alfonso Yébenes
Esta parada se plantea como alternativa para aquellas personas que no puedan descender hasta la Cala de la Mina. El mirador se bautizó así en homenaje a este geólogo, estudioso de la Serra Gelada, aunque las vistas son muy parecidas a las que se aprecian desde el Faro. Sin embargo, en el ascenso a este mirador se puede observar fácilmente afloramientos de depósitos brechoides con fragmentos angulosos que el propio Yébenes interpreta como posibles “depósitos gravitacionales de ladera […] su situación inclina a pensar que proceden de zonas más elevadas hoy desaparecidas” (Yébenes, 1996: 213). Se trata, así, de una excelente evidencia del retroceso del acantilado que conlleva la desaparición de las cabeceras originales de muchos barrancos, es decir, de valles decapitados (beheaded valey de las figuras 13 y 14).

